Se vincula generalmente la presencia vikinga en al-Andalus a las expediciones guerreras
y a los diversos desembarcos que tuvieron lugar entre los siglos IX y XI, con toda la carga negativa que ello implica de destrucción y muerte, pero lo cierto es que la historia vikinga en España es mucho más amplia y no siempre tan negativa.El pasillo atlántico, hasta el entonces libre de amenazas para los peninsulares, fue la puerta que utilizaron los vikingos en el año 844 para entrar en el occidente peninsular.
Mientras algunos grupos, poco numerosos, saqueaban Medina Sidonia y Cádiz, el grueso de la flota remontaba el Guadalquivir y se detenía en la Isla Menor, que sería su cuartel general desde el que lanzarían nuevos ataques contra Coria del Río y Sevilla. El gobernador sevillano huyó hacía Carmona, a la vista de la ferocidad de los guerreros del norte y de la poca defensa que le quedó a la ciudad. El saqueo duró siete días. Todos los supervivientes fueron hechos esclavos, incluso los ancianos y los inválidos. Se llevaron a sus víctimas a Qabtî ( Isla Menor) y volvieron a Sevilla, pero se encontraron la ciudad desierta.
Como el río no es navegable más allá de Sevilla, utilizaron caballos encontrados en Qabtîl para mandar jinetes hacia el norte y el oeste de la ciudad.
En Córdoba, las noticias sevillanas fueron acogidas con pesadumbre.Era obvio que si los vikingos no eran derrotados en la capital sevillana se dirigirían hacia Córdoba. Abderramán II, califa de Córdoba, movilizó entonces el interior y las Marcas, y envió la caballería al Aljarafe sevillano junto con una columna de infantería que se les unió más tarde.
El combate tuvo lugar en Tablada, resultando vencedores los musulmanes. Las crónicas hablan de un millar de bajas vikingas y cuatrocientos prisioneros que fueron ejecutados a la vista de los fugitivos, mientras éstos embarcaban a toda prisa camino del sur. Se incendiaron treinta barcos normandos.
Los vikingos que quedaron en tierra intentaron escapar por Carmona y Morón, pero se les persuadió a rendirse. Con buenas palabras se les convirtió al Islam, y se dedicaron en el valle del Guadalquivir a criar ganado y a la industria lechera. Esta colonia de muladíes normandos había de dar a Sevilla en el futuro sus reputados quesos, que son famosos hasta la actualidad. Así vemos que el queso puro sevillano tiene su origen en el “ost” danés y escandinavo.
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